miércoles, 21 de mayo de 2008

2.4 El Hombre como promotor, creador y organizador del proceso económico.
El Hombre productor y consumidor.

El fin que persigue la economía como ordenamiento humano no es independiente de los otros fines del hombre।

Los diferentes aspectos que conciernen al humano vivir, tales como los relativos a la cultura, a la salud, a la seguridad y otros más, no deben subordinarse a la economía o dejarse al arbitrio de las variables del mercado. Dicho de otro modo, no puede ser considerada la economía como un fin en sí mismo. Así, metas tales como el equilibrio fiscal, la estabilidad monetaria, la producción en términos de eficiencia, el funcionamiento más o menos libre del mercado y otros tantos asuntos similares, no deben ser sostenidos a expensas de tan importantes necesidades humanas.
Porque la economía y los muchos y complejos asuntos que su manejo conlleva no constituyen fines últimos, separados de las necesidades y de los anhelos de los hombres. El pan mejor amasado no me sirve si no es apto para mi alimentación, o si, aún alimentando a otro, no llega a mi mesa. Parecida cosa acontece con los pretendidos logros económicos, cuando son a expensas de quienes debieran verse favorecidos con ellos. Hablamos de las actividades que los hombres desarrollan para sufragar las necesidades que les son propias. Tal cosa es la economía y no otra. Y toda explicación que pretextando motivaciones técnicas conduzca a resultados distintos de los enunciados servirá, seguramente, para agudizar las enormes e injustas concentraciones de medios que caracterizan a las economías llamadas modernas, a expensas de quienes desde siempre fueron despojados del producido de su personal trabajo.
Las fabulaciones sabihondas respaldadas por cifras e indicadores macroeconómicos no alimentan los enflaquecidos cuerpecitos de niños que padecen desnutrición en diversas regiones del planeta, ni educan al analfabeto, ni curan a los enfermos que aguardan en las puertas del maltratado hospital público. La democracia ha de ser sostenida sin vacilación, pero es obvio que deberá recuperar su contenido para que con ella se coma, se eduque y se cure. Y es aquí donde la economía tiene algo que hacer. Frecuentemente se ha pretendido explicar las injusticias habidas con el argumento de que es necesario aguardar algún tiempo para que las medidas económicas muestren sus resultados benéficos. Y con igual frecuencia el hombre ha aguardado en vano esos resultados.
La economía ?el producto del trabajo humano, en último análisis- no debe verse con perspectiva histórica sino biológica, en otros términos: si el hombre trabaja para satisfacer sus necesidades, lo debido, lo justo es que las satisfaga en el tiempo que dura su vida, con la premura que cada necesidad le impone y en la medida que su esfuerzo haya resultado fructífero. Es preciso que el producto de su trabajo le sea entregado al hombre en su propio tiempo biológico y no que se le condene a aguardar un mañana que seguramente no llegará. Porque para entonces habrá muerto, o porque si la vida le regaló más años de existencia, lo magro de su retribución o la erosión de su ahorro lo condenará a una vida mísera, cuando no al desamparo y a la orfandad. Y en este punto es preciso advertir que mientras ese hombre espera sin esperanza o padece su pobreza, los hay que desde ayer exhiben con frivolidad e impudicia las riquezas malhabidas mediante el trabajo de otros y depositadas sobre las cenizas de tantas esperanzas frustradas.
Las leyendas que los comerciantes y artesanos de otrora ponían en sus negocios y talleres: "hoy no se fía, mañana sí". Los modernos recursos dialécticos, con sofisticada apoyatura técnica y comunicacional, han incorporado ese mensaje para consuelo de los postergados Cuando una pregunta es debidamente formulada, suele conducir a la respuesta correcta. En nuestro caso la pregunta es, además, simple: ¿la economía es para el hombre o el hombre es para la economía. La cuestión siempre presente de la delimitación entre el interés común y el interés individual es medular en este asunto. Esa delimitación ha sido diversa en cada tiempo histórico, como ha sido diversa también según los intereses puestos en juego y los sectores involucrados. El nuestro es un tiempo de exaltación del individualismo, pero con la perniciosa particularidad de que en nuestro medio ello se ha exacerbado hasta niveles antes desconocidos, con notorio desdén por el prójimo.
La vida del hombre ha sido desacralizada por completo y reemplazada por una visión interesada de su finitud. En definitiva, el trabajo humano ha sido reducido a una variable económica llamada mercado laboral, la cual interactúa con otras variables también económicas, tales como los mercados de capitales, tecnológico, etcétera. Dentro de tal concepción ?que puede llamarse de fundamentalismo económico o de mercado- es obvio que el trabajo humano habría de ser devaluado. En línea con esta concepción del hombre, de su trabajo y de sus necesidades, y en concordancia con la deificación del lucro, hemos asistido a la demolición del Estado y los huracanes privatizadores arrasaron ya el patrimonio público, transfiriéndolo a manos privadas. De derecho o de hecho se han enajenado áreas que hasta hace poco tiempo sólo podían concebirse en manos del Estado. Y de resultas de ello la prestación de servicios de la mayor relevancia para la comunidad han sido confiados a la iniciativa empresarial privada, cuyo objeto, naturalmente, no puede ser otro que el lucro. Es por esto que adhiero sin hesitar a aquello de que la economía es cosa demasiado seria para dejarla en manos de los economistas.


SUBDESARROLLO:
Es el atraso, situación de un país o región que no alcanza determinados niveles económicos, sociales, culturales, etc.
Es el conjunto de características de aquellos países o regiones que no alcanzan el nivel de desarrollo.
Existen diversas teorías de la sociología del subdesarrollo y sus causas, en las que se evalúan factores como: dependencia económica hacia otros países, altas tasas de crecimiento demográfico, distribución desigual de la renta, destacada participación del capital extranjero en las industrias básicas o baja representación política del campesinado y del grupo mayoritario de población. Según la visión marxista, el subdesarrollo es un claro efecto de la economía capitalista; para la postura ortodoxa, es una condición necesaria para poder evolucionar hacia el desarrollo.

DESARROLLO:
Se entiende como desarrollo, la condición de vida de una sociedad en la cual las necesidades auténticas de los grupos y/o individuos se satisfacen mediante la utilización racional, es decir sostenida, de los recursos y los sistemas naturales. Para ello se utilizarían tecnologías que no se encuentran en contradicción con los elementos culturales de los grupos involucrados. Este concepto integra elementos económicos, tecnológicos, de conservación y utilización ecológica, así como lo social y político. La esfera de poder, dentro del contexto social se hace necesaria como forma organizativa y de cohesión legítima, legal y funcional dentro de grupos sociales y como instancia de toma de decisiones entre individuos.
Un sentido con mayor aplicabilidad y concreción en la definición de desarrollo establecería que el mismo está caracterizado por condiciones en las cuales los bienes y servicios se encuentran crecientemente al alcance de los grupos sociales que conforman la sociedad. Esta característica implicaría una mayor integración social y económica dentro de las sociedades, y por ello se disminuiría la existencia de grupos viviendo en condiciones de marginalidad.
Por otra parte el desarrollo establecería una condición de acceso a los servicios sociales y a la participación social activa. En el primero de los casos se hace referencia a los sistemas de educación, y a la satisfacción de las necesidades de sobrevivencia en términos de alimento, vivienda, vestido, salud y seguridad. En el caso de la participación social activa se refiere a la capacidad del individuo y de las instituciones sociales a garantizar que las agrupaciones de poder sean instancias de intermediación entre los sujetos y actores en la toma de decisiones.
De conformidad con los conceptos dados a conocer como fundacionales en términos del desarrollo por la Organización de Naciones Unidas -ONU-, en su Informe Anual de Desarrollo Humano de 1990, se tiene que el desarrollo en general es básicamente un proceso de vida que permite contar con alternativas u opciones de selección para las personas. Las aspiraciones de las personas pueden ser muchas, pero fundamentalmente se refieren a tres: (a) la búsqueda de conocimientos; (b) la posibilidad de tener una vida prolongada y saludable; y (c) tener acceso a los recursos que permitan un aceptable nivel de vida. Es a partir de estas tres finalidades que se derivan muchas otras.

DESARROLLO ECONOMICO:
El desarrollo económico es la capacidad de países o regiones para crear riqueza a fin de promover o mantener la prosperidad o bienestar económico y social de sus habitantes. Se conoce el estudio del desarrollo económico como la economía de desarrollo.
La
política pública generalmente apunta al crecimiento continuo y sostenido económico y la extensión de la economía nacional de modo que 'los países en vía de desarrollo' se hagan 'países desarrollados. El proceso de desarrollo económico supone ajustes legales e institucionales que son hechos para dar incentivos para fomentar innovaciones e inversiones con el propósito de crear un eficiente sistema de producción y un sistema de distribución para los bienes y los servicios.

CRECIMIENTO ECONOMICO:
El crecimiento económico es una de las metas de toda sociedad y el mismo implica un incremento notable de los ingresos, y de la forma de vida de todos los individuos de una sociedad. Existen muchas maneras o puntos de vista desde los cuales se mide el crecimiento de una sociedad, se podría tomar como ejes de medición la inversión, las tasas de interés, el nivel de consumo, las políticas gubernamentales, o las políticas de fomento al ahorro; todas estas variables son herramientas que se utilizan para medir este crecimiento. Y este crecimiento requiere de una medición para establecer que tan lejos o que tan cerca estamos del desarrollo.
El primer
valor que debemos tener en consideración es frente a quién nos comparamos, o a que sociedad tomaremos como punto de referencia de un modelo ideal de crecimiento y desarrollo. Para esto debemos considerar que el crecimiento no necesariamente está ligado al desarrollo, ya que el desarrollo incluye aspectos inmateriales como son la libertad de pensamiento, de religión, intelectual, cultural, acceso a la información y opinión pública. Para tener una idea más clara por ejemplo China tiene altos índices de ahorro, ingreso per cápita y de consumo, un excelente acceso a la educación en todos los niveles, pero su propia constitución de 1975 la describe como "Estado socialista de dictadura del proletariado", por lo que muchas de las libertades normales en cualquier país occidental son limitadas o prohibidas para cualquier ciudadano chino.
También para calificar de desarrollada a una
nación debemos incluir aspectos materiales de acceso a niveles mínimos de bienes y servicios de calidad; una medida homogénea que captura el bienestar de una nación al menos en lo relacionado a los aspectos materiales es el Producto Interno Bruto, que mide el valor de los bienes y servicios finales producidos al interior de una economía en un año determinado. En términos per cápita, el PIB es considerado como la medida de desarrollo económico, y, por tanto su nivel y tasa de crecimientos son metas por sí mismas.
Si bien el
PIB per cápita es una medida del desarrollo, hay que tener cuidado en no interpretarlo como el desarrollo. El desarrollo requiere que el progreso económico no alcance sólo una minoría. La pobreza, desnutrición, salud, esperanza de vida, analfabetismo, corrupción deben ser eliminadas para un adecuado desarrollo. No obstante estas características se obtienen generalmente de forma natural cuando la renta per cápita aumenta.